Una caminata más bien corta… Comenzamos en la FAU para luego
dirigirnos en micro a la Norte-Sur con 14 de la Fama, en donde nuestro grupo se
completó. Allí nos encontramos con el
enfrentamiento entre un barrio residencial y las industrias al borde de la autopista.
Este barrio tenía un fuerte carácter comunitario, donde los pasajes eran
estrechos y las viviendas contaban con antejardín. Además hallamos jardines
infantiles, vulcanizaciones, un bazar y rayados que nos hacían sentir la
presencia de una comunidad viva. Mientras que las industrias se manifestaban
como lugares no aptos para la actividad humana, sin embargo eran habitadas.
Un miembro de nuestro grupo tuvo la curiosidad de visitar el
terminal de flores. Personalmente no me causó gran impresión, pero al parecer a
todo el resto del grupo si, ya que estuvimos gran parte de la caminata allí. Al
comienzo de la siguiente caminata y conversando con los demás logré entender
qué fue eso que les llamó tanto la atención. Según una compañera ese lugar
estaba siempre vivo, es un recinto urbano en donde converge el sentido nómade
con el sedentario.
En Coproflor, nos encontramos con Don Ramón, un caballero
que no sabía leer ni escribir pero sí que sabía acerca de plantas interiores
tropicales. “De las rosas, sólo sé que tienen espinas, nada más”.
Nos habló y nos enseñó mucho de este tipo de plantas, las que cuidaba en un
invernadero.
Continuamos nuestro camino por las calles de Independencia,
fue bonito encontrarse con un barrio con una plaza central donde todas sus
viviendas tenían acceso a ésta. Sentados en una banquita vimos unos caballeros
que hablaban acerca de sus nietos, parecían amables y nos acercamos para
preguntarles acerca de la historia de aquel barrio. Las casas fueron
construidas en los años ’80. Y se nos terminó el tiempo quedando con la
inquietud y curiosidad de conocer el Hipódromo. Lo dejamos para la próxima
caminata.
María Fernanda Sánchez
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