viernes, 4 de abril de 2014

UTEM, Caminata #1












Nuestra primera caminata comienza hoy miércoles 26 de Marzo. No tuvimos mayores problemas para reunirnos a pesar de que sala estaba ocupada. Como nunca hacia mucho frio, pero las ganas de explorar la cuidad nos hacían superarlo. A las 11:33 salimos de la casona por la calle Dieciocho con dirección a la Alameda. Cuando nos encontrábamos en nuestro primer destino, no sabíamos si tomar micro o metro, pero finalmente decidimos subir en el metro Los Héroes hasta la estación Santa Ana, para hacer la combinación a la línea 5 con dirección Plaza de Maipú. Una vez en la estación Del Sol, nos dispusimos a comenzar nuestra primera travesía. En este momento ya no sentíamos frio, pero podíamos notar que el calor comenzaba a pronunciarse. Salimos por av. Pajaritos y caminamos hacia el Noreste, antes de llegar a la carretera de Américo Vespucio cruzamos av. Pajaritos. Luego de caminar por un sendero comenzamos una de las aventuras más interesantes del día, cruzamos (muchos por primera vez) las carreteras por la ribera del Zanjón de la Aguada. Quedamos impactados por el tamaño de las vigas, nunca había visto algo así y menos había sentido lo duras que son hasta chocar con mi cabeza. El olor y el sonido nos hacen transportarnos a espacios inimaginables, era una sensación como estar entre playa y campo. El sonido nos hacía sentir lo frio y solitario que era el lugar. Nos topamos con rastros de fogatas propias de los habitantes del inferior de la carretera. Ropa, colchones, carritos de supermercado y zapatos ornamentaban el lugar. Continuamos nuestro recorrido siguiendo una huella en el camino, hasta que nos encontramos con un galpón de ventas outlet y cruzamos av. Los Pajaritos. Solo conversábamos de lo que habíamos visto, estábamos asombrados de encontrarnos con los olores que sentimos, la soledad del lugar y las experiencias vividas. Era como haber ido por unos minutos a un lugar muy lejano de la ciudad. Caminamos por el bandejón central de la avenida. El paisaje cambio completamente, se acababa lo árido y comenzaba lo verde. Los senderos estaban totalmente equipados con plazas activas y con muchas personas realizando deporte. Ya nos podíamos sentir de vuelta en la cuidad. Caminamos hasta la estación del metro Monte Tabor, cruzamos hacia el sureste por la calle Providencia. En el camino nos volteábamos a mirar lo escalofriante que era ver la estación del metro como un extraterrestre sobre las casas. Cruzamos la calle Isabel Riquelme con la intención de volver a bajar a la ribera del zanjón, pero el intento fue fallido y tuvimos que volver a subir a la avenida. Cuando estábamos cruzando el puente se nos acercó un residente que no hacía más que darnos a conocer su descontento, alegaba que los encargados de los últimos arreglos del rio habían dejado el trabajo inconcluso y que producto de eso el rio se estaba transformando en un basural, termino deseándonos buena suerte en camino y pidiéndonos que el problema de los residentes lo hiciéramos público. Cuando llegamos al otro lado del rio, un oasis en el camino nos impactó. En medio de carreteras y un rio perfectamente encausado, encontramos paños de cultivo agrícola. Lechugas, tomates, apio, cebollas, coliflores, acelgas y brócolis nos hacían sentir en el paraíso. A lo lejos se visualizaba un hombre cosechando, no dudamos en entrar. Entre los cultivos se encontraba un enorme sauce y bajo este una casa. Rigoberto Arancibia nos recibe y nos cuenta el funcionamiento de los cultivos, siempre acompañado de un cigarro y un bodega uno. Seguimos nuestro camino y entre matas de apio nos topamos a don Julio Bustos, quien además de contarnos sobre su trabajo nos regaló ramitas de su cosecha antes de seguir caminando. Salimos de esos predios y cruzamos con la intención de llegar hasta Villa Francia. Caminamos un poco más de cien metro hasta llegar a una casa de donde salió un hombre que nos indicó por donde debíamos seguir el camino. Bordeamos la Autopista del Sol entre pastizales y conejos hasta encontrarnos con una avenida local. Bajamos a la autopista y la cruzamos, siempre con la intención de llegar a nuestro destino. Cuando logramos cruzar todo el grupo, caminamos hasta av. Simón bolívar. Luego de ver la hora llegamos al acuerdo de finalizar nuestra primera gran travesía. Terminamos cansados, con calor y algunos con hambre, pero felices por el exitoso comienzo de un semestre de aventuras. 

Constanza Valdivia Muñoz
 24/03/2014

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